sábado, 13 de diciembre de 2008

Sardina

En grandes grupos tiñen el techo del mar con brillos de plata. Ágiles y esquivas dibujan figuras intangibles como escenarios de un sueño. Siempre cerca de la luz, cerca de los días y las noches de verano.




Hoy me he levantado con la sensación de haber pasado la mayor parte de mi vida entre estaciones de autobuses y trenes. Rostros que despedían a manos que acariciaban figuras antes de convertirse en sombras. Brazos que en abrazos acogían sombras con zapatos y sonrisas.

“En pequeños grupos, para que no sientan añoranza, adornar con cristales de sal y dejar colear y brincar en un mar de aceite hasta que la fina lámina de harina que vestían les imprima sutiles tonos dorados.”