Labios carnosos, casi grotescos, con un elegante dorso gris oscuro que se va diluyendo hasta un vientre blanco. Ordena pescadores en las orillas y las rocas como una bailarina en un día de estreno.
Prosa, de la estación a la universidad, del campo a los pasillos con paredes agrietadas. Prosa hasta que me sangren los oídos, hasta que me revienten las entrañas. Prosa y paisaje castellano que he de aprender a mirar. Tiempo para mi y kilómetros de prosa.
“Golpes secos y repartidos por toda la superficie hasta agrietar la capa de sal que se ha hecho cobijo al calor del horno.”
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