domingo, 30 de noviembre de 2008

Rubiel

La cabeza sigue sin interrupción la línea del lomo. Sus grandes ojos y la boca pequeña le dan un aire de viejo conspirador. Lomo rojizo y vientre plateado.
En esta estación hay días que es más otoño que otros; cuando más fuerza tienen los recuerdos de los años de colegio.
El aire cálido arrastra las hojas sobre las aceras y calles. Huele a libros viejos y castañas; y el cielo, a ciertas horas, es más azul que en verano.


“Cortar el ajo en finas láminas, no tan finas… aceite de oliva hasta casi dorar…. Retirar del fuego y añadir un chorrito de viñagre o zumo de limón. Terminar con una lluvia de perejil y verter todo sobre el Rubiel recién salido del horno, abierto en dos mitades, panza arriba, salado y con un ligero brillo dorado de olivas..”

1 comentario:

curro dijo...

Rubiel, aquél desconocido, ignoramos dónde vives, de dónde vienes y con quién andas. Por de pronto has ido a parar al horno de un poeta!