jueves, 4 de diciembre de 2008

Calamar

Veloz podría viajar entre los deseos del mar por convertirse en océano. Y veloz regresar con algo más que el corazón encogido; como quien busca la luz en una noche ocura. Ser quien eres y cambiar a cada momento.




¿Quién puede dormir al lado de una iglesia? ¿Oiré siempre las campanas como ahora las oigo? ¿Y nuestra vida en este pueblo?
No se puede estar siempre alerta, a veces cambiamos sin desearlo, y otras veces nos gustaría cambiar días por sueños.

“Hacer pequeños cortes longitudinales por el lado más sensible de la piel, como muescas de un cautivo en la imaginación de Víctor Hugo. Marcar y esperar a que la relación más apetecible ente el azucar y el vinagre de módena dibuje fondos de mar con reflejos de crianza...”

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